16/11/15

los duelistas

Vuelven a dejarlos debajo de sus camas después de desearse buenas noches a través de la galería que separa los departamentos de uno y otro. Ambos fusiles descansan ahora bajo sus respectivos propietarios hasta mañana a la misma hora. Fueron un regalo de Lord Cavendish. Cuando él y Lady Cavendish fallecieron en un desafortunado accidente, los hermanos Edward y Alexander Cavendish se convirtieron en únicos habitantes de la casa familiar. Han pasado 60 años de eso y siguen odiándose a muerte. De hecho intentan matarse cada noche. Pero si de su madre heredaron unos modales exquisitos, su padre les legó una no menos portentosa falta de puntería.

26/10/15

cristiano ronaldo


Visto en una tienda Orange cualquiera. Imagen promocional de Cristiano Ronaldo celebrando un gol. Cristiano, yo no sé si hacía falta llegar a esto. Me parece que no. Los de Orange también, joder. Mira que había fotos.


Cristiano Ronaldo. La figura de cera de la figura de cera de Cristiano Ronaldo. 

(Escuchando: Eagles of Death Metal - Complexity)

13/10/15

área de esparcimiento interna

Víctor se reclina en su silla,
pasa una pierna sobre la otra,
coloca un cigarrillo entre sus labios 
y lo enciende. 
Entorna los ojos con la primera calada
y como siempre,
se imagina 
ofreciendo ruedas de prensa. 
Gesticula con afectación 
mientras responde a los periodistas de su mente. 
«Pasé por momentos difíciles,
pero en ningún momento dudé de que al final lo conseguiría», 
musita. 
«Tirar la toalla nunca fue una opción».
El Víctor que da entrevistas
ya no es el Víctor que daba entrevistas
cuando Víctor tenía veinte años.
Ni es el Víctor que daba entrevistas
cuando Víctor tenía treinta. 
El Víctor que daba entrevistas
cuando Víctor tenía veinte años
es el Víctor actual, 
con la salvedad de que el Víctor actual no da entrevistas. 
El Víctor que da entrevistas ahora
es prácticamente un anciano. 
Víctor se toma su tiempo. 
Le queda cada vez menos. 

(Escuchando: Faith no more - Separation anxiety)

5/10/15

el último dependiente de videoclub de la provincia de ávila

El autobús que traslada al último dependiente de videoclub 
de la provincia de Ávila
avanza sobre el firmamento de cristalitos incrustados 
en el oscuro asfalto 
que centellean bajo el sol. 
Un séquito de pájaros
sobrevuela la carretera ofreciendo una hermosa exhibición aérea
que el paleto observa melancólico a través de la ventanilla
al tiempo que un senegalés que recoge espárragos
levanta la cabeza haciendo visera con la mano 
y contempla el paso del convoy, 
sospechando
quizá,
que está siendo testigo de algo que se acaba, 
que allí va un sujeto en vías de extinción.
Movido por un extraño impulso 
echa a correr hacia el vehículo agitando sus brazos,
tan grande es la emoción que le ha invadido de pronto. 
El último dependiente de videoclub de la provincia de Ávila
atraviesa la yerma meseta castellana
y siempre quiso estudiar bellas artes,
pues empleó buena parte de su niñez 
copiando los dibujos de la Biblia ilustrada que le regalaron 
el día de su primera comunión,
pero el peso de varias generaciones de artesanos del vídeo
se interpuso en su camino.
Viaja el buen dependiente a la capital 
en busca de ideas para reflotar el negocio, 
depositario de una tradición familiar que se remonta 
a la aparición de Robocop en VHS.
No habrá llamada para confirmar la llegada. 
El anciano padre, 
el hombre que le enseñó todo lo que hay que saber sobre el rebobinado,
recibirá en cambio el aviso de la Guardia Civil 
notificándole que, 
a pesar de los intentos de un inmigrante que se encontraba en la zona
por impedir lo inevitable, 
el autocar que transportaba 
al último dependiente de videoclub de la provincia de Ávila
se ha precipitado por un barranco. 
El conductor cuadruplicaba la tasa de alcoholemia. 

(Escuchando: :Wumpscut: - Gabi Grausam)

9/9/15

2025

¿Qué te apetece ver hoy? 

>Programas

¡Genial! Ésta es la programación:

1. Gran Hermano VIP: Estación Espacial Internacional. ¿Veremos por fin el edredoning en microgravedad de Luna Miguel y Manel Fuentes? 

2. Karaoke Vil. Elsa Punset presenta desde la Plaza Mayor de Salamanca este desenfadado espacio en el que tres condenados a muerte compiten por la salvación. Sólo uno de ellos puede lograrlo. El que mejor interprete las canciones de Joaquín Sabina, Vetusta Morla y Esplendor Geométrico. 

3. Toros. Juan José Padilla vuelve a los ruedos completamente recuperado tras pasar por el quirófano para someterse a cirugía neuromecánica. Al de Jerez de la Frontera le acompañan la vistosa Unidad de Toreo Fagor™ y el jovencísimo y prometedor Niño del Correccional. 

4. ¿Quién quiere ser funcionario? Gran Final. Miss Confederación Cantábrica 2019 y el Premio Nacional Fin de Carrera de este año se enfrentan por hacerse con un puesto en el Ministerio de Cultura. Ella utilizará un lanzallamas. Él ha elegido una ballesta. 

5. Cocina con antidepresivos. El holograma de Eva Nasarre vestido con un sugerente mono de Adolfo Domínguez nos enseña a preparar un cuscús de tofu y verduritas ecológicas condimentado con paroxetina, trazodona y moclobemida. Delicioso. 

6. Fútbol. Partido clasificatorio para la Copa de Su Presidencia entre el Club Atlético Porcelanosa y el Presidencial Madrid en el Pyramidion Arena de Nueva Valencia.  

7. Mensaje de Su Presidenc

>5

Has elegido: 5. Cocina con antidepresivos. ¡Bien! Recuerda que ahora puedes sumergirte plenamente en la experiencia Cocina con antidepresivos activando el periférico sexual siempre que se encuentre incluido en tu dispositivo. ¿Quieres activarlo? 

>Sí 

¡Estupendo! Disfruta de tu elección. 

Koipesol patrocina este menú principal. 

22/7/15

al ladrón

El país atraviesa la ola de calor más larga de los últimos quince años. Son las cuatro de la tarde de un día de mediados de julio. La hora en que en un día como éste la gente no puede evitar apuñalar a su vecino, tirarse a las vías del metro o quedarse dormida en el sofá mientras en la televisión hablan de niños aplastados por el peso de porterías de fútbol que han cedido. 

La jornada ha ido bien. No es algo que tuviera que importante porque, al fin y al cabo, vas a cobrar lo mismo, aunque te sientes responsable del éxito y es una sensación vigorosa y estimulante que te ayuda a seguir tirando. Tu jefe te ha dicho que te lleves el dinero a casa. Es un hombre risueño y confiado, pero los robos han aumentado por la zona últimamente. Ayer un tipo estampó al diminuto perro de una anciana del barrio contra una marquesina porque ladraba. La violencia ha aumentado conforme lo hacía la temperatura. 

La recaudación está en una pequeña caja de caudales de color rojo. Lo único que puedes hacer es meter la caja en una bolsa de papel y colocártela debajo del brazo mientras cierras. Tu sobaco ahora mismo no vale tanto como uno de tus riñones en el mercado negro, pero sí bastante más que lo que llevas puesto. Incluida la corona que te colocaron en el tercer molar superior izquierdo el invierno pasado. Nadie debería sospechar de un joven mal vestido con una bolsa de papel bajo el brazo caminando por una avenida a las cuatro de la tarde de un día de julio. O sí, no estás seguro. A fin de cuentas lo mismo podrías ser el heredero de una estirpe de empresarios cántabros como un desequilibrado con la bañera llena de explosivos. También podrías ser las dos cosas. 

Algo te golpea con fuerza haciendo que el brazo que mantenía el dinero sujeto a tu cuerpo se libere y quede suspendido en dirección al tío que corre calle abajo con la caja fuerte. Balbuceas. Casi susurras: “Eh.” Un poco más fuerte: “¡Eh, eh!” Tu almacén de referencias de situaciones con las que no estás familiarizado consigue que grites por fin: “¡Al ladrón!” Los escasos transeúntes delante de ti se vuelven y te miran. El ratero choca con uno de ellos que cae al suelo pero no parece inmutarse porque sigue observándote desde ahí. Comprendes que ya no tiene sentido perseguirle. Fumas demasiado y no has hecho deporte en tu vida. El cabrón corre que se las pela. “¡Coño, que se escapa!” Los viandantes avanzan en dirección errónea y se te acercan. No sirve de nada que supliques por lo que acaban de quitarte. “Un momento, un momento”, te corta uno. “¿Has dicho ‘al ladrón’?” “Sí, sí, yo creo que ha dicho eso.” “Ha dicho ‘al ladrón’, sí.” Son tres las personas a tu alrededor. “¿Qué? ¿Qué tiene que ver lo que haya dicho? ¡Ese tío se ha llevado un montón de dinero! Mi jefe me va a matar.” Ése, lógicamente, eres tú. “Ha dicho ‘al ladrón’.” Una chica te mira fijamente. Sus labios se curvan hacia arriba. “Lo ha dicho.” Y estalla en una carcajada secundada por los otros. “¡Al ladrón! ¡Al ladrón! ¿Pero qué te crees que es esto, el Barroco?” “Jajajaja... ¡El Barroco! Jajajaja…” Ahora hay por lo menos diez personas rodeándote. “¿Qué ha pasado?” “Que este chaval ha dicho ‘al ladrón’. Como si estuviéramos en la Edad Media.” “¡Al ladrón! ¿Lo ha dicho en serio?” “Completamente, completamente en serio.” “¡Eh! ¡Al ladrón! ¡Arriad las velas!” “¡Voto a bríos!” “¡Vive Dios, alfeñique!” “Jajajaja...” “¡Melindres!” “¡Pégame un telefonazo!” Todo vale. El corro es cada vez más numeroso. Más y más curiosos se van sumando atraídos por la ristra de majaderías. A ver quién la suelta más gorda. No te lo puedes creer. No te lo puedes creer hasta el punto de que no puede ser real. Es una especie de alucinación. Si una azafata se acercara con un ramo de flores y señalara hacia donde está la cámara, podrías comprenderlo. No tiene pinta de que eso vaya a ocurrir. Chillas: “¿Os habéis vuelto todos locos? ¿Estáis mal de la puta cabeza? ¡Me han robado por lo menos ochocientos euros!” “¡Al ladrón, al ladrón, pecador de la pradera!” “¡Jajaja! ¡Qué bueno!” Estás encerrado en medio de una multitud que aúlla, se contorsiona y trata de no morir atragantada entre risas histéricas. Son por lo menos cincuenta. Y subiendo. 

No te sorprende cuando dos policías que se han aproximado hasta donde está teniendo lugar todo empiezan a partirse de risa en cuanto les explican la situación. Nunca habrías esperado mucho de ellos, ahora todavía menos. Das la recaudación, la posibilidad de razonar con la masa y todo lo demás por perdidos, y sin dejar de mirar a la turba comienzas a caminar de espaldas en la misma dirección en la que ha huido el chorizo. Tu casa está por ahí. Sueltas con toda la fuerza que te permiten tus pulmones: “¡Sois todos una pandilla de tarados!”, y giras sobre tus pies lanzándote a la carrera. “¿Adónde vas, mequetrefe?” “¡A enemigo que huye puente de plata!” Se supone que el que tendría que estar escapando ahora mismo de esa caterva de energúmenos debería ser otro. Se supone que el amor dura toda la vida y que las madres no abandonan a sus hijos recién nacidos en contenedores, sin embargo las cosas a veces no funcionan de ese modo. “¡Gaznápiro!” 

Sorteas a peatones que se van sumando al montón de perseguidores, saltas escalones de tres en tres, de cuatro en cuatro, avanzas por el techo de los coches estacionados, y el sudor que te envuelve forma una película lechosa sobre tus ojos que contribuye a acrecentar el sentimiento de irrealidad. No van a dejarte en paz. Las antorchas encendidas están dentro de ellos. Doblas la última esquina antes de llegar a tu portal y te detienes frente a él mientras buscas la llave correcta. Les ves llegar desembocando en tu calle y ocupándola en toda su anchura. Algunos tropiezan y caen como grandes mamíferos en peligro de extinción abatidos por cazadores furtivos y se quedan tendidos sobre el asfalto caliente riéndose a carcajadas. El resto se precipita hacia ti con los rostros congestionados, los cuerpos mojados y pegajosos y una mirada que no es humana. Hay un clamor de ronquidos guturales que ya ni forman frases ni palabras reconocibles. Es un bramido lleno de torpeza. “¡Al ladrón!”, alcanza a recuperar alguno. Varios de los que se han incorporado en los últimos cientos de metros creen que el ladrón realmente eres tú. Casi sientes en tu cara el jadeo apremiante de los más próximos. Consigues abrir la puerta justo antes de que te den alcance. La realidad parece más verosímil cuando copia a la ficción.   

El eco de cientos de individuos agolpados contra la entrada rebota entre las paredes de las escaleras y te impulsa a no dejar de moverte hasta que irrumpes en tu piso y te encierras en tu habitación. A través de la ventana abierta asciende desde la calle un rumor fragmentado, risotadas agudas que son más bien lamentos y algo semejante al mugido de una gran bestia. Te fijas en el colegio de enfrente tratando de recomponerte y de recuperar el aliento. Varios niños juegan al fútbol en el patio. Desde ahí no puedes darte cuenta, pero el calor está dilatando los orificios que aseguran los tornillos de una de las porterías. 

10/7/15

demagogós

Bailarinas nocturnas 
se enfrentan en el aparcamiento 
después de haber pasado buena parte de la sesión
leyendo sin control a Aristóteles en el baño.
“Los aquí presentes, 
ciudadanos instruídos en eso de las artes
y cultos y versados y por lo demás muy despiertos, 
encontrarán mi técnica claramente superior a la tuya,
pues no existe ninguna duda 
de que están capacitados de sobra
para dirimir este tipo de asuntos”, 
dice una.
“Los aquí presentes, 
además de todo lo que tú expones, 
saben de ardides y manejos, 
por lo que tengo la firme convicción de que
sortearán tu charlatanería 
y ponderarán mi procedimiento como 
el único y más valioso de entre nosotras dos,
tal es su competencia”, 
la otra. 
Así siguen durante un rato 
acompañadas por los vítores y también las provocaciones
de los que se van arremolinando 
en torno a ellas. 
Pero como el público resultante, 
(que es, en general, de tendencias presocráticas)
empieza a aburrirse, 
alguien mete el Space Ibiza 25 aniversario en el reproductor de su coche preparado
y sube el volumen al máximo. 
Ambas contendientes se entregan a la danza 
mostrando lo mejor de su repertorio,
y al final
se decide por unanimidad 
que la vencedora 
es la que tiene las mejores tetas.

22/6/15

el fantasma de los sanfermines pasados

El pamplonés desleal, el navarrico ingrato, parte cada año de la ciudad en llegando las fiestas del santo patrón para buscar pastos menos tumultuosos al sol de la costa tarraconense ante la incomprensión de sus vecinos. No hay quien entienda a éste. Vas a cambiarme Salou por el encierro, la salida de las peñas, el ambiente de lo viejo y las guiris, que la última vez a punto estuvimos de ligar. Anda, anda. Vaya jambo más raro. Con lo bien que se lo pasaba antes. Con lo que le gustaba. Así todos los veranos. No lo comprenderán jamás. Nada, un caso perdido. Un raro. Un fenómeno paranormal. Lo que pocos sospechan (aunque alguno imagina) es que el navarro descastao, el pamplonauta felón, abandona a hurtadillas el bungaló poco antes del mediodía del 6 de julio y se llega hasta la terraza del bar Las Gardenias donde pide un pacharán (no suelen tener) y que le pongan el chupinazo. A 400 kilómetros de casa quieras que no el zamarugo se ablanda. Invoca al fantasma de todos los sanfermines pasados y termina soltando la lagrimilla. Y como se conoce, lleva el pañuelo preparado para enjugar la llantina. Rojo, naturalmente. De qué otro color si no.

8/6/15

las manos de la bibliotecaria

Ah, si pudieran ver sus manos. Cristo bendito, qué hermosura. Rebosantes de colágeno, elastina y ácido hialurónico. Finas y suaves, femeninas hasta el colapso nervioso, hay que esforzarse para no besar cada falange, lengüetear las cutículas y roer con cariño las yemas de sus dedos. Ella piensa que soy capaz de leerme Moby Dick en un día y Los episodios nacionales completos en apenas quince (cualquier cosa con tal de volver a la biblioteca cuanto antes) y por eso la tengo en el bote. A mí me importa bien poco. Porque estoy frenéticamente enamorado de sus manos. Deseo focalizado. 

(Escuchando: Morrissey - Staircase at the university)

18/5/15

quince minutos de drama

Estoy atrapado en el mar de sargazos de la élite provincial
nadando a contracorriente entre coral humano
que te agarra y no te suelta
y te deja pequeñas marcas. 
Mi cerebro se toma la noche libre 
y está riéndose y juzgándome
desde el otro extremo de la barra. 
Cuando la chica guapa y yo 
nos quedamos solos
sufro un ataque de pánico;
“fumas mucho”, diagnostica,
y lo único que pido es que no recuerde mi cara. 
Erato me tira la bebida, 
Euterpe eructa en mi oído, 
Terpsícore me roe los tobillos, 
Calíope se cuelga de mi boca.    
Debo tener mal aspecto, porque alguien me dice que se alegra de verme
cuando es exactamente lo que debería haber dicho yo. 
Debo tenerlo cuando me dicen 
que soy alguien que merece la pena conocer
y, oye, espera, 
eso funciona, 
los quince minutos de drama pasan. 
No sé hasta cuándo. 
Pero pasan. 

(Escuchando: Placebo - Spite and malice)

27/4/15

ñ

Patriotas fanáticos, empezaron a comunicarse utilizando sólo la ñ. ¿Para qué necesitas 27 letras cuando tienes un único pensamiento? 

(Escuchando: The Wallflowers - God don't make lonely girls)

20/4/15

la hermandad del babuino

En algunas salas de cine tienen instalada una pantalla que permite observar al público desde el otro lado mientras el público observa la película en ella. A ese lado hay psicólogos, productores, guionistas y otros tipos que analizan las reacciones de la gente para elaborar patrones con los que realizar producciones de éxito. La Hermandad del Babuino surgió como respuesta. Eligieron a este animal por su imprevisibilidad. Por lo de la imprevisibilidad usan una langosta como logo. Cuando escuches a alguien reírse a destiempo en el cine, tal vez sea un babuino. Tal vez no. Tal vez seas tú mismo. 

(Escuchando: Crystal Castles - Frail)

6/4/15

víctor lazo novelista

A cada vuelta del tambor de la lavadora Víctor Lazo avanza en su libro con ritmo de centrifugado. Las monedas que alguien ha olvidado en los bolsillos de los pantalones repiquetean provocándole una ensoñación en forma de exitosa carrera literaria lejos de la lavandería. Rodeado de toda esa ropa interior húmeda a veces se pone picante, normal, pero ahora está escribiendo una historia de amor: “…eres lo mejor que le ha pasado a mi retina.” Vaya mariconada, se dice. Lo borra. El encargado le deja hacer. Con la tranquilidad del que paga cuatro perras a quien jamás, cree él, le dejará tirado por un trabajo de lo suyo.

23/3/15

genes

Que no te guste a quien le gustas y que a quien te gusta no le gustes es simplemente la forma que tiene la Naturaleza de impedir que te reproduzcas para que la evolución pueda continuar sin los genes que provocan que al portador no le guste a quien le gusta y que a quien le gusta no le guste, haciendo imposible su reproducción y la subsecuente transmisión de esos sus genes.

9/3/15

un sudamericano muere

Seguía atrapado allí dentro cuando en el reloj de la Puerta del Sol dieron las cuatro de una tarde especialmente calurosa de julio. El sudamericano llevaba más de una hora muerto, asfixiado en su disfraz, tendido sobre el pavimento. Mamá —dijo señalando el cadáver un niño que pasaba por la plaza—, Piolín está malito. Ella lo atrajo hacía sí y murmuró: Borracho, eso es lo que está. A nueve mil kilómetros de distancia la mujer del sudamericano presintió algo, pero no llamó por teléfono porque el día de llamar era el jueves y para que fuera jueves otra vez faltaba casi una semana.

4/3/15

pompa y circunstancia

Soy un adolescente jubilado
atrapado en un cuerpo de veintipocos. 
Soy un anciano recién nacido
sometido a las restricciones físicas de la madurez. 
Soy el producto de seis millones de años de evolución 
y puede que un poco más. 
Soy el que va a enterrarlos a todos. 
Soy el coche escoba 
de una dinastía que languidece. 
Soy la mala suerte que se impone a la oportunidad, 
la falta de oportunidades de una profecía autocumplida.
Soy lo que puedo
y lo que intento ser.  
Soy lo que parezco 
sin tener nada que ver.
Soy tu peor amigo 
intentando ser tu enemigo
y soy un número demasiado alto de conexiones sinápticas.
Soy un fantasma, 
una sombra.
Soy el hombre con una misión
que sigue esperando instrucciones.

(Escuchando: Monster Magnet - Three kingfishers)

9/2/15

jetta la asombrosa

—Le faltarán, al menos, un par de centímetros para alcanzar la barra del trapecio. 
—De eso se trata. Déjeme explicárselo. 
Jetta la Asombrosa era efectivamente bajita. No obstante, llevaba siempre un arma con la que demostrar la inmortalidad connatural al vampirismo que había contraído siglos atrás. Un accidente fatal en la pista vendía. Las funciones siguientes eran un éxito. Para entonces ella ya estaba en otro circo aunque el anterior se beneficiaba de su tragedia durante algún tiempo. Estrellada, acuchillada, disparada e incendiada, atacada por las fieras. Así se ganaba el sanguíneo sustento. Después de cotizar durante 742 años podría haberse jubilado cuando hubiera querido, pero aquello de las muertes le devolvía cierta vidilla. 

(Escuchando: Mastodon - Black tongue)

2/2/15

un día perfecto

No creo que pueda pedirse mucho más para ser un lunes por la tarde. Después de salir de un trabajo al que no pienso volver me he pasado por el zoo para dar de comer a los animales, luego he estado con estos bebiendo sangría en el parque y cuando ha oscurecido he ido al cine. He llegado a una casa que ya no puedo pagar y he visto que mi novia ha terminado de llevarse sus cosas. Creo que voy a abrir una botella de vino mientras empiezo a fumar otra vez. Voy a tomarme un puñado de pastillas para dormir. Mañana va a ser un día duro. Nada que ver con hoy. 

(Escuchando: New Order - Isolation [live at Bestival 2012])

19/1/15

carrera por la supervivencia

¿Alguna vez te has sentido 
como si viajaras a través de una autopista de doce carriles
en un triciclo 
arrastrando un remolque lleno de tierra, 
el sol de frente y la sombra a tu espalda,  
con brillantes coches familiares, 
motos caras
y camiones de varios ejes
adelantándote por la derecha
y por la izquierda? 

Me alegro.
Yo tampoco. 

(Escuchando: Los Peyotes - Serial killer [El loco de la ruta]) 

13/1/15

el barco pirata de playmobil

Luego vinieron las malas notas. El comportamiento inapropiado. Los amigos poco recomendables, las vejaciones verbales y físicas a los compañeros de clase. Contestar mal a sus padres y agredirles llegado el momento. Sexo precoz carente de afecto. El abuso descontrolado de sustancias estupefacientes en coches robados conducidos a 200 kilómetros por hora a través de carreteras comarcales. Sin carné. Animales desmembrados, calcinados, parcialmente devorados y reducidos a viscosas masas de color escarlata. Violaciones. También a menores. Los asaltos a centros geriátricos y los atentados aleatorios en jugueterías. Personas sanas infectadas con enfermedades incurables en hospitales que tendrían que haber estado mejor vigilados. Asesinatos en masa. Caos. Miseria. Muerte y podredumbre. Un único jinete del Apocalipsis a lomos de la depravación más absoluta que haya conocido jamás la raza humana. Espoleada por la maldad ilimitada de una crueldad sin parangón. 

Antes de eso había venido un período en el que nadie habría reconocido al hombre que se convirtió en demonio y consumó su imperio del terror inmolándose sobre la azotea del Ministerio de Justicia. En el transcurso de aquellos 12 meses Alberto López cumplió 8 años. Ayudó a su madre. Acompañó a pescar a su padre. Bajó la basura. Hizo todos los ejercicios de matemáticas. Hasta los optativos. Lo que le valió una fama de empollón que los abusones del colegio no dejaron escapar. Recibió collejas, guantazos y escupitajos y tuvo una docena de motes denigrantes. Pero aguantó. Se concentró en su tarea, esquivó las zancadillas y fue cada jueves a visitar a sus abuelos. Y siguió aguantando. Aquella irreprochable conducta perseguía un único fin. Lo dejó escrito en la carta a los Reyes Magos cuando se completaba el ciclo inaugurado el Día de Reyes del año anterior. “Esta vez he sido bueno. He sido bueno de verdad. He sido bueno en todo momento y de todo corazón. Si alguna persona ha sido buena a lo largo de la historia, ése soy yo. Lo único que os pido a cambio es que estas navidades por fin me traigáis lo que os pido. El barco pirata de Playmobil.” 

La mañana de Reyes en que deberían haberle regalado el barco pirata de Playmobil, Alberto López se encontraba junto al árbol de Navidad y frente a una raquítica barquichuela que ni era de Playmobil ni era pirata ni era nada, gobernada por un marinero de plástico que parecía aquejado de cretinismo y con las rayas de su camiseta siguiendo un trazado diferente al de los surcos practicados en su torso para alojarlas. El chico sostenía una bola del árbol en su mano izquierda, ejerciendo tal presión sobre ella que la hizo estallar en minúsculos fragmentos. Mientras la sangre le corría por el brazo masculló entre sus dientes coléricamente apretados: “Os vais a reír de vuestra puta madre”. 

5/1/15

hacia un nuevo paradigma de familia nuclear

Sin saber por qué, le di un puñetazo a mi padre salpicando a mi madre con la sopa de almejas que estábamos cenando. Llevándose la servilleta a la nariz, de la que surgía un hilillo de sangre, mi padre dijo: 
—Hijo. 
Dijo: 
—Lo que acabas de hacer (tu madre estará conmigo) es bastante inapropiado. Me duele. No tanto a nivel físico como a nivel emocional. Pero si es ésta la forma en que has decidido afrontar la confusión propia de tu edad, sólo podemos apoyarte y bendecirte. 
Tener unos buenos padres es como que te toque la lotería. Y yo siempre fui el muchacho más afortunado del mundo.