26/10/13

código maría paz

Algunos días no enciendo la televisión. Normalmente veo el telediario y poco más, pero algunos días no hago ni eso. No me entero de nada. Entonces llamo por teléfono a mi madre, que generalmente tiene la televisión puesta. Si llamo a la hora adecuada está viendo el telediario. Y me lo cuenta. Son pequeñas acotaciones en la conversación. Intersticios espontáneos de información sesgada. “Pobres perros, los visten de mamarrachos.” No importa que el tema fuera otro. Los perros vestidos se han colado en la charla. Yo tengo que completar la noticia a partir de apuntes mínimos. In media res. Una traducción simultánea formada por notas al margen. Ella sabe que no tengo la televisión conectada pero actúa como si los dos estuviéramos frente a la pantalla. Es parte del plan. Deduzco que en algún lugar del mundo se ha celebrado una feria canina. Puede que tal o cual diseñador haya sacado una línea de ropa para mascotas. Estoy encerrado en un zulo a varios metros bajo tierra y mi madre sólo puede enviarme mensajes cifrados que me toca desencriptar. Ambos nos estamos jugando la vida. Oigo de fondo al locutor. “Londres (…) violín (…) Titanic.” Y a mi madre. “Pero si está hecho una pena. Qué barbaridad pagar todo ese dinero.” No hay duda. En Londres se ha subastado un violín proveniente del Titanic y alguien se lo ha llevado a cambio de una suma importante. Es lógico pensar que el violín pertenecía a uno de los miembros de la banda del barco. Se encontraba en mal estado de conservación. Sobre eso no hay discusión posible. “Ayer ganamos al Barcelona.” En realidad creo que la cosa terminó en empate. Ya se sabe que siempre hay algo que se pierde en la traducción. Traducción implica interpretación. Sigo en el zulo. Un miembro del Servicio Federal de Seguridad apunta a mi madre con una semiautomática. Por eso no puede ser fiel a los acontecimientos. Pero guarda la compostura. Su sangre fría es admirable. A mí a esas alturas ya se me habría escapado algo relevante. Y mi madre y yo estaríamos muertos. Ella permanece imperturbable. Sabe lo que hace. Continúa insertando reflexiones a vuelapluma sobre asuntos que me han sido escamoteados hoy. Extraigo el núcleo con toda la precisión de la soy capaz de hacer uso. Nos despedimos. En unos días se repetirá el procedimiento. A este lado, un hombre aislado. Al otro, una mujer valiente. Como siempre, grabarán la conversación. 

 (Escuchando: Blur - Out of time)

2 comentarios:

Sara Alvarez Pérez dijo...

Sublime, querido. Las madres y esa deliciosa desordenada manera de contar las cosas, ese flujo interminable de palabras que en algún lugar del cosmos de nuestro cerebro hacen conexión y gracias a eso conseguimos captar el mensaje. Entender a Heidegger no es un problema. El problema es entender el ovillo de palabras con el que tu madre te dice que estoy harta de tu padre y el IPC y el pollo ha vuelto a subir tienes una pizza en la nevera cualquier día me largo y aquí os dejo ya veréis cómo os come la mierda y que recojas esos calcetines es el cumpleaños de la abuela seguramente es por culpa de la crisis del petróleo pero claro no la vas a llamar porque nunca tienes tiempo y a tu hermano le ha quedado science y han soltado al de los GAL y Melitón Manzanas y Felipe González y abrígate que hace frío.

budoson dijo...

"Mi madre es muy callada." Pues una de dos. O estás mintiendo o ésa no es tu madre.