21/3/13

réquiem por un relaciones públicas

Esta noche han encontrado
al relaciones de Pachá.
Estaba tendido en el suelo.
Boca abajo.
Muerto.
Nadie sabe qué ha pasado,
nadie sabe quién ha sido. 
Pero yo sí que lo sé
y siento que debo decirlo.  
Ha sido la envidia,
el odio,
ha sido el mal en sí mismo.
Ha sido la aversión insana
hacia su sonrisa,
sus modales,
y hacia una simpatía tan infrecuente,
que podría llamarse extraña.
Ha sido la inquina que se forma siempre
frente a las personas bellas.
Los del centro de estética
donde acudía a depilarse,
han comprado una corona
de flores impresionantes,
creando con sus colores
la bandera de la patria  
donde nació nuestro héroe. 
Los amigos del gimnasio se fundían en abrazos, 
y los relaciones públicas,
en señal de su dolor
lucían brazaletes negros;
¿sería alguno el traidor?
Deja compañera y un hijo.
Deja un profundo pesar.
Deja un tremendo vacío.
Dejadnos,
por favor,
llorar.  
Relaciones de Pachá,
siempre atento,
siempre amable,
siempre animando la noche
con tus frescas ocurrencias,
nada de esto será igual
si no estás tú en la discoteca.  
Relaciones de Pachá,
mártir de la gran ciudad.
 
(Escuchando: R.E.M. - There she goes again)

11/3/13

esa puta casa del árbol

Sólo a las niñas guapas y a los hermanos que se las presentaban. Atticus Kane no dejaba subir a nadie más a su casa del árbol. Nuestras hermanas no eran guapas, así que nosotros montamos una banda. Fue hace mucho. Ahora hay algún disco nuestro en cada hogar del Medio Oeste. Eso se acabó. Estoy de vuelta. Desde aquí puedo ver la casa. La puta casa del árbol. Ya no queda nadie que nos impida subir, pero soy un viejo inválido. Mis piernas no funcionan. Mis brazos todavía lo hacen. Tengo un hacha. Podría talar ese condenado roble cualquier día de estos. Aunque no pienso hacerlo. No. Jódete, Atticus. Dondequiera que estés.
 
(Escuchando: Indian Jewelry - The walk)

7/3/13

¡eléctrica!

Después de más de cuatro horas de viaje en autobús, dos kilómetros a pie y cinco pisos (sin ascensor), Ainara Zuazu llegó por fin a su casa. Acababa de licenciarse en Derecho. Se quitó el abrigo sin llegar a encender la luz de su cuarto y entonces sucedió algo. Chispas. Pequeños destellos en la oscuridad. El mp3, que reproducía un disco de la Air Band, dejó de funcionar. O más exactamente, dejó de funcionar bien. Se paró, avanzó varias canciones, volvió a sonar y, tras unos segundos, se apagó definitivamente. ¿Electricidad estática? —pensó pulsando el interruptor de la luz—. Eso será. Joder. Pues sí que venía yo cargada. La cosa quedó ahí y no volvió a darle importancia hasta bastante después. Vaya si se la dio. A Ainara Zuazu hay dos cosas que le interesan por encima de las demás: las historias de superhéroes y el helado de menta con trocitos de chocolate. El helado de menta con trocitos de chocolate no tuvo nada que ver con que se pusiera a confeccionar un traje ajustado con una E en forma de rayo en el pecho. Lo de los superhéroes sí. Así que ahí la tienes, frotando sus pies por la moqueta de la habitación de sus padres y frotando sus manos por el traje (100% acrílico). Produciendo diminutas centellas con las persianas bajadas y martirizando a su hermana pequeña con raquíticas descargas electroestáticas. Cuidado. Porque lleva ya tiempo ensayando en casa y está casi lista para salir a la calle a impartir justicia. De manera que si te la encuentras en algún sitio concurrido (una discoteca, el metro) y notas que, en fin, te roza, te roza con insistencia, no es que quiera nada contigo. Seguramente lo que ocurra es que esté recargando. Preparándose para actuar. Para castigar a cualquiera que crea que tiene que ser castigado. Tal vez tú mismo. Te ríes. ¿Cómo podría alguien tomarse esto en serio? ¿A quién se le pasaría por la cabeza convertirse en una superheroína con un poder tan ridículo? Bueno, como todo el mundo sabe, la práctica hace al maestro, y no tienes ni idea de lo persistente que puede llegar a ser Ainara Zuazu cuando se lo propone. Dadle tiempo. Y si no os gusta el helado de menta con trocitos de chocolate, abandonad la ciudad. 

 (Escuchando: Yeah Yeah Yeahs - Sacrilege)

4/3/13

el sonido del vómito

El sonido del vómito te saca de tu letargo en medio de una noche fría. Es una señal de alerta. La calle está llena de gente. Hablando, gesticulando, riendo abiertamente para demostrar que son felices. Que se lo están pasando bien. Que todo marcha como debería. Aunque no sea así. El sonido del vómito se impone por encima del resto para demostrar que no es así. Restalla sobre el pavimento helado. Las conversaciones se interrumpen, todo se para. Una catarata oscura surge con fuerza innecesaria y desproporcionada de la boca del miserable al que ahora todos están mirando. Sus ojos húmedos y estúpidos piden perdón. Algo se ha roto. Algo extraño y espantoso ha turbado las reglas de la madrugada. No debería tener mayor importancia, son cosas que pasan en este tipo de situaciones. Pero nadie puede dejar de observar. Otra vez, el sonido del vómito vuelve a escucharse con un eco que se extiende por toda la ciudad. Es brutal. Es ofensivo. Es insoportable. Un fluido viscoso resbala por el borde de la acera. No hay más movimiento que ése. Al fin, parece que se ha terminado. La charla reaparece. Un rumor nervioso y creciente. Gradual. En pocos minutos todos se habrán olvidado. Nada es igual que antes en cualquier caso. Porque algo no va bien. Y el sonido del vómito se encarga de recordárnoslo de vez en cuando.
 
(Escuchando: VNV Nation - Chrome [SITD remix])