29/3/12

polinizadores

Con nuestro mecánico de confianza recorrimos medio mundo durante varios años. Hasta que se enamoró de una libanesa y se quedó a vivir con ella. Esto fue al principio. Nos dio pena, porque éramos amigos pero, ¿qué podíamos hacer? Consagrados a la entomología como estábamos, viajábamos continuamente en nuestro jeep y necesitábamos un sustituto. Que, por suerte, no tardamos en encontrar. Nos habíamos acostumbrado a hacerlo así. A tener siempre cerca a alguien que pudiera sacarnos de un desierto si algo fallaba. Este segundo mecánico, excelente persona también, estuvo con nosotros unos pocos meses. Abrió un taller en Kirkuk y tuvimos que continuar sin él. El siguiente nos duró algo más. Pero en un viaje por Canadá, entró en el baño de un restaurante en Manitoba y no volvimos a verle.

Sería muy tedioso detallar nuestra relación con todos y cada uno de los operarios que nos acompañaron durante más de cuarenta años. Fueron muchos. Treinta al menos. Y muchas las ciudades en las que nos despedimos de ellos. Manaus, Lubango, Surgut, Manila, Yulara. Despedirnos en el mejor de los casos, porque la misteriosa desaparición de nuestro tercer mecánico en Manitoba no fue la única. “Deserciones”, llegamos a pensar. Incluso tuvimos un episodio de combustión espontánea. Me cuesta mucho creerlo, pero también me cuesta mucho creer lo que ha pasado durante estos últimos días. Ésa terminó siendo la única explicación posible.

¿Es una casualidad que las naves estén aterrizando precisamente en todas esas ciudades? Me parece que no. Y no podemos contárselo a nadie. Al menos por ahora. Cuando sepamos qué es lo que pretenden puede que alguien nos comprenda. También puede que tengan que culparnos y entonces, sin duda, juzgarnos. Hasta que llegue ese momento, no puedo dejar de darle vueltas a lo más sorprendente de todo: aunque nunca dejamos de buscar un mecánico competente, y lo encontramos en cada uno de ellos, el coche jamás nos dio el más mínimo problema.

(Escuchando: Bat for Lashes - Horse and I)

17/3/12

para claudia


Tiene las paredes de su habitación llenas de notas de papel en las que apunta los nombres de las personas que le han ofendido y la manera en que le han ofendido. Para poder acordarse de que le han hecho daño de verdad. Porque el enfado le dura sólo un rato. Se le pasa rápido. El rencor nunca llega a cristalizarse. El odio le es completamente extraño. Y eso, —se dice— eso no puede ser. Bah, pero muchas noches se despierta y tira todas las notas. Se le pasa rápido.

(Escuchando: Bat for Lashes - Trophy)

14/3/12

aquí está la casa

Y además nos hace daño venir aquí. Es demasiado doloroso enfrentarnos a tantas vivencias. Aquí hemos sido muy felices. Pero teníamos que hacerlo. Teníamos que venir. Aquí nos hemos enamorado, hemos protagonizado historias imposibles de reproducir, hemos visto el inconfundible brillo de unos ojos rebosantes de alegría y hemos fabricado los más hermosos recuerdos. Creamos un refugio seguro en el que nada ni nadie del exterior podía entrar. Ahora van a demolerla. Y como conocemos todos sus rincones secretos, nos escondemos bien para que no puedan encontrarnos antes del derribo. Porque de todas maneras, al destruirla, iban a destruirnos a nosotros también.

(Escuchando: Bobby Darin - Beyond the sea)

3/3/12

este hombre encantador

Ese hombre encantador
que todos conocéis,
que recuerda el cumpleaños de vuestros hijos,
que siempre llega puntual,
que tiene una palabra amable en todo momento,
que os comprende y os apoya,
que es esencialmente bueno.
Ese hombre encantador
que con sus consejos ha conseguido salvar tu matrimonio,
que sabe de todo,
que es divertido,
que nunca se enfada,
que es limpio y es ordenado,
que es la persona más cabal de todas.
Ese hombre encantador
que os hace preguntaros ahora
¿qué estará haciendo en este momento?
Ese hombre encantador
cena a oscuras,
sonriendo,
como siempre,
se acuesta temprano
y se queda dormido
acariciando
su revólver de juguete.

(Escuchando: Queens of the Stone Age - Do it again)